Vacas de vacaciones
Con la llegada del buen tiempo, los mejores pastos están en las partes más altas de las montañas. Por eso llevamos a nuestras vacas de vacaciones para que pasten en las cercanías del ibón de Estanés. Es una zona cercana a la frontera con Francia, en el municipio de Ansó (Huesca).
Trashumancia: una técnica que viene de lejos
El traslado de los rebaños de zonas bajas a las cumbres montañosas para que pasten durante el verano es lo que se conoce como trashumancia. En invierno, cuando las montañas se cubren de nieve y no hay forraje disponible, se baja a los animales para que pasten en zonas donde sí crece la hierba. Se ha observado que en las zonas cubiertas de nieve en invierno, crece un pasto mucho más nutritivo durante el verano. Esto las reses lo notan, y tanto su instinto como la costumbre de los pastores que ha derivado de esta iniciativa animal, ha llevado a la práctica de la trashumancia.
En realidad, esta técnica agraria se viene llevando a cabo desde la prehistoria, tal como demuestran los restos arqueológicos que se encontraron en la Cueva de Els Trocs. Esta cueva está en la provincia de Huesca, cerca de San Feliu de Veri / Bisaurri, a unos 1.500 metros de altitud. En ella, el equipo de la Universidad de Valladolid junto con el equipo de arqueólogos del Gobierno de Aragón, se han descubierto unos restos que evidencian que en esa zona, hace unos 7.300 años ya se practicaba la trashumancia. Han descubierto que se ocupaba de forma intermitente y repetidamente durante primavera y verano, gracias a los restos de ovino que se han ido acumulando en esa cueva durante más de 2.00 años. ¡Todo un hallazgo!
Carnísima y la ganadería sostenible
Carnísima tiene un fuerte compromiso con la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Así, defendemos la trashumancia para cumplir con uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) aprobados por Naciones Unidas. El punto 15 de estos ODS defiende la vida de ecosistemas terrestres, mediante la gestión sostenible de bosques y la lucha contra la desertificación, para detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad.
Nosotros creemos que la actividad ganadera extensiva es fundamental para dar respuesta a estos desafíos, especialmente en tierras de alta montaña. Estos territorios solo pueden ser aprovechados por rumiantes en pastoreo y no sirven para producir alimentos para la población humana. Si estas superficies se roturasen para su cultivo, se degradarían de forma inmediata, con costes ambientales muy superiores. Este argumento no es válido para la ganadería industrial que consume forrajes y sobre todo cereales, producidos en tierras cultivables que compiten con la producción de alimentos para las personas.
Hemos seleccionado nuestros ganaderos para que también cumplan estos objetivos, y trabajen para el mantenimiento del medioambiente y el bienestar de sus animales.
Los beneficios de la trashumancia
Por otra parte, una parte de la biomasa que consumen los rumiantes en pastoreo, no puede ser digerida por el animal y retorna al suelo en forma de heces y nutrientes disponibles para las plantas. Los rumiantes contribuyen así a la fertilidad del suelo. Un pastoreo equilibrado secuestra más carbono que el sobrepasoreo o la ausencia de él.
El ganado, además de los pastos, puede aprovechar espacios comunales y terrenos y optimizar su alimentación aprovechando rastrojeras, sotobosque, frutos silvestres como las bellotas y formaciones arbustivas.
La práctica de la trashumancia, aprovechando los recursos de manera óptima en función de la época del año y el clima gracias al movimiento estacional de los rebaños, aumenta la resiliencia de la ganadería.
La itinerancia de los rebaños supone un importante ahorro en piensos y pesticidas; permite aprovechar subproductos agrarios y restos de cosechas, y evita el uso de herbicidas o la quema de rastrojos. Además, al consumir materia seca muy combustible, el ganado se convierte en una eficaz herramienta en la prevención de incendios forestales.
La trashumancia sigue contribuyendo a la conservación de ecosistemas valiosos como los pastos de montaña, cuya diversidad está entre las más altas que se conocen (más de 40 plantas por m2).
Las vías pecuarias, además, constituyen auténticos corredores naturales que favorecen la comunicación entre los espacios protegidos, y con ella, la migración y el intercambio genético entre poblaciones de especies amenazadas.
Resultado: la mejor carne en Carnísima
El ganado disfruta de dos primaveras y dos otoños, se desplaza por su propio pie, se alimenta durante todo el año con pasto natural, vive de acuerdo a sus ciclos naturales, y por tanto, mejor, y todo esto repercute en la calidad de su carne, de excelente sabor, terneza y jugosidad. Si pruebas alguno de los productos del catálogo de Carnísima, ¡notarás la diferencia!
Las razas autóctonas también son un elemento esencial pues están adaptadas a los ambientes locales y presentan una mayor rusticidad que las razas “de moda”. Los propios ganaderos continúan mejorándolas y adaptándolas a una realidad cambiante.