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Vacas, metano y efecto invernadero

Los rumiantes (bovinos, ovinos, caprinos) pueden digerir la hierba - cosa que el hombre, por ejemplo, no puede hacer. Así, aprovechan terrenos no cultivables (con grandes pendientes, húmedos o pedregosos).

Efectivamente, estos animales tienen en su rumen (uno de sus 4 estómagos) bacterias que degradan la celulosa, una fibra vegetal muy fuerte. Esta fermentación natural produce metano, un gas que contribuye al efecto invernadero, que emiten al eructar.

Se están desarrollando investigaciones sobre alimentación animal o incluso sobre la flora bacteriana del rumen orientadas a reducir la emisión de metano ligada a la rumia, pero hay poco margen de maniobra.

Afortunadamente, por otro lado, el pasto consumido por los rumiantes (60 a 80% de su dieta), captura CO2 del aire y lo convierte en carbohidratos (tejido vegetal) a través de la fotosíntesis. Cuando las plantas se marchitan, este carbono se integra y se almacena de forma duradera en el suelo de estos pastos. De tal modo que al final, la mayor parte del metano que liberan las vacas se compensa con el almacenamiento de carbono en el suelo de los pastizales donde se alimentan.



Como ves, la ganadería en extensivo de vacas alimentadas con pastos naturales, como nuestras terneras premium, eco y eco grass fed, permite conservar miles de hectáreas de pastos permanentes que, de ser labradas para dedicar a la agricultura, liberarían una gran cantidad de carbono a la atmósfera (1000 kg) de carbono por hectárea y por año.

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