Casa Puértolas
Ganaderos de montaña
Las zonas de alta montaña tienen una orografía complicada, abrupta y con pocas zonas agrícolas de labor. Por eso, la ganadería extensiva ha sido durante siglos el soporte del sistema económico pirenaico, gracias al aprovechamiento integral de los pastos de los puertos, complementados con los cultivos cerealistas y forrajeros en fondos de los valles y en las depresiones.
Este sistema no solo sigue teniendo hoy una función social, pues contribuye a fijar la población en este territorio de montaña, sino también medioambiental, ya que asegura el frágil equilibrio ecológico de este ecosistema.
300 años de experiencia
En Casa Puértolas son ganaderos desde hace más de 300 años, como la mayor parte de los apenas 30 habitantes de Orós Alto, en el municipio de Biescas, en el Valle de Tena. Esta pequeña localidad se sitúa a más de 800 m de altitud en el corazón de los Pirineos, rodeada de magníficos bosques pino y quejigo, salpicados de prados ganaderos, un auténtico paraíso declarado Lugar de Interés Comunitario (LIC).
La revolución ecológica
Su granja familiar sigue desde hace más de 15 años las normas de producción ecológica, algo no tan diferente a lo que han venido haciendo durante generaciones. Apostaron por la ganadería ecológica, decididos a modernizar, invertir, ampliar y adaptar sus instalaciones a esta modalidad de producción ¡fue una pequeña revolución! Este cambio supuso decir no al uso de abonos químicos en los cultivos, a los sulfatos o los herbicidas; no a los antibióticos en los tratamientos preventivos del ganado, sí a la rotación de cultivos, sí a los abonos verdes, sí a nuevas instalaciones sin paredes para que los animales entren y salgan a su antojo.
¡Esto es vida!
En un entorno de montaña paradisíaco crían esta raza de vacas autóctonas, la parda de montaña, perfectamente adaptadas al medio y de excelente aptitud cárnica.
Al final de la primavera, vacas y terneros parten en trashumancia a las zonas altas, a los puertos de Erata y Cotefablo, en pleno Pirineo, donde viven en total libertad durante 6 meses.
Al final del periodo estival el ciclo trashumante lleva al ganado a los campos del valle, en el entrono de la granja. Solo permanecerá estabulado cuando la dureza del clima lo exija.
Los terneros viven con sus madres hasta los seis o siete meses y tras dejar la leche materna se alimentan de pastos naturales y ecológicos. Durante los meses más crudos del invierno se alimentarán de la hierba recogida durante el verano en los campos y de pienso de cereales 100% vegetal y ecológico, libre de transgénicos.
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