Te presentamos un sobre de 250 g de semillas de chía eco, un súper alimento ideal para enriquecer cualquier preparación.
Las semillas de chía son pequeñas en tamaño, pero grandes e increíblemente ricas en nutrientes. Estas semillas negras o blancas de la planta Salvia hispanica L. están cargadas de antioxidantes, fibra y ácidos grasos omega-3 , por lo que al incluirlas en tu diera pueden beneficiar la salud del corazón, fortalecer los huesos y mejorar el control del azúcar en la sangre. Contienen también minerales (calcio, manganeso, fósforo, zinc, potasio y magnesio), proteínas y vitaminas.
Tienen un sabor suave y agradable a nuez y son muy versátiles, por lo que pueden incorporarse a cualquier plato. No es necesario molerlas, ni cocinarlas así que pueden complementar cualquier receta en crudo.
Prueba a espolvorearlos sobre cereales, yogur, zumos, batidos, purés, verduras, ensaladas o platos de arroz.
Dan un toque increíble a los productos horneados y hacen maravillas como aglutinante. De hecho, pueden usarse como sustituto del huevo por lo que es útil para las personas con alergias o intolerancias. Para usar las semillas de chía como sustituto del huevo al hornear, hay que mezclar 1 cucharada de semillas de chía enteras o 2 cucharaditas de semillas de chía molidas con 3 cucharadas de agua. Hay que dejarlos reposar durante unos minutos y cuando la mezcla se haya convertido en un gel, está lista para reemplazar un huevo.
Dada su capacidad para absorber agua y grasas, puedes usarlos para espesar salsas, pues adquieren una consistencia gelatinosa.
Ingredientes: Semillas de chía procedentes de agricultura ecológica
Información Nutricional por 100 g
- Energía 436 Kcal / 1825 Kj
- Grasas 31 g. de las cuales saturadas 3 g
- Hidratos de carbono 2 g de los cuales azúcares 1 g
- Fibra alimentaria 37,9 g
- Proteínas 20 g.
- Sal 0,05 g.
Contenido Neto 250 g
Puede contener sésamo y trazas de frutos de cáscara.
Te enviamos nuestra Carne Buenísima envasada al vacío en paquetitos del peso indicado en la descripción del artículo.
Te recomendamos sacarla del frigorífico entre 20 minutos y una hora antes de cocinarla (dependerá del grosor del corte), para que se atempere y se cocine uniformemente.
Si la has congelado, sácala al menos 24 horas antes de cocinarla y deja que se descongele poco a poco en el frigorífico.
Toda nuestra carne es fresca. Puedes congelar lo que no vayas a consumir de inmediato.
Únicamente podríamos servirte ultracongelado el hígado u otras vísceras, debido a su corta vida útil. Te explicamos esta posibilidad en la descripción del artículo. En ese caso te informaremos para que lo tengas en cuenta.
No laves la carne ya que agua es un vehículo perfecto para facilitar la expansión de los microorganismos y podrías contaminar los alimentos. La mejor forma de higienizarla es el calor: cocínala siempre por encima de unos 65ºC. Si quieres consumirla en crudo te aconsejamos congelarla previamente.